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Área de Pensamiento Estratégico

ARGENTINOS, AL CAREM!

By 3 diciembre, 2020marzo 30th, 2021No Comments

El ingeniero Gustavo Barbarán, de la CNEA, nos hizo llegar sus argumentos para las decisiones a tomar en un tema que se ha estado discutiendo en AgendAR. Nos parece que deben ser evaluados. Y no sólo por la comunidad nuclear. Porque lo que él propone es una decisión que debe tomar el país. Por eso elegimos un título que recuerda la vieja exhortación, de casi un siglo, de Ortega y Gasset «Argentinos, a las cosas!» Más allá de lo que se piense de su filosofía, era un buen consejo.

Y la decisión debe ser rápida: El NuScale, la versión del CAREM desarrollada por los estadounidenses, acaba de obtener la aprobación de la Nuclear Regulatory Commission: reúne los requerimientos de seguridad.

 

«Sigo con mucho interés la discusión que se lleva adelante en AgendAR sobre la política nuclear argentina. Pero luego de leer los artículos publicados en los últimos meses sobre los acuerdos con China y el debate sobre cuál sería nuestra próxima central nuclear, siento que algo queda fuera, algo grande. Como se dice en inglés, “the elephant in the room” (ojo, no confundir con el elefante en el bazar).

Esto no pretende entablar un debate con ninguno de los defensores de la propuesta CANDU (Antúnez, Barceló, Kreiner), ni con sus cuestionadores (Caro). Mi respeto por sus carreras, conocimientos y logros es grande. Entiendo que los argumentos que expondré aquí también son tenidos en cuenta por ellos, y de hecho los mencionan en sus artículos.

Tampoco me adjudico la originalidad de las ideas que siguen, pero sí de tratar de transmitirlas al público no nuclear. Quiero abrir la discusión en otro sentido más: evitar que se limite a una propuesta CANDU de uranio natural versus una PWR de enriquecido.

A ambos lados de la discusión se observan argumentos muy sólidos y válidos. Pero en algo fallan los dos y es que hablan de UNA sola central, UN solo proyecto para la próxima década, y después de eso, la discusión queda terminada. Sé que para todos ellos la discusión va mucho más allá, pero para el interesado promedio que lee estos artículos, queda acotada únicamente a la próxima central nuclear.

En ambas visiones cada proyecto es único, irrepetible. Por un lado, es casi imposible que haya transferencia de tecnología sensible del PWR chino a Argentina, y solo seremos una linda vidriera regional para la venta de tecnología de la CNNC (China National Nuclear Corporation). Pensar en acceder a tecnologías de enriquecimiento de uranio o en formar parte de una sociedad igualitaria con la CNNC para desarrollar centrales Hualong-1 en otros países, … olvídalo, eso no va a suceder.

Pero lo mismo nos pasa con el CANDU: cada vez que se quiera construir una nueva central, se tendrá que recurrir a los canadienses y a los chinos para la ingeniería, licenciamientos y financiamientos. No es algo que la Argentina pueda hacer sola y por su cuenta.

Por supuesto que para mí el CANDU es la mejor opción de las dos: tenés capacidad instalada para hacer gran parte de los trabajos y equipamientos, y necesitás imperiosamente poner en movimiento al país. Podés hacer combustibles, tubos de presión, el agua pesada, etc. Pero el turbogrupo, las bombas del primario, la calandria y prácticamente todo el sistema de control hay que importarlos. Y la financiación del proyecto total es, sin embargo, la parte más inaccesible de todas.

Que los PWR hayan superado a CANDU y que ésta última ya sea una tecnología no viable es un argumento falaz. El nuclear NO ES UN MERCADO y si bien la oferta tiene derivas tecnológicas, está lejísimos de ser una competencia clara como la de Kodak vs. digital, o VHS contra Betamax. En esto estoy completamente de acuerdo con A-B-K, y le recomiendo al Dr. Caro que revise sus fundamentos sobre los procesos de desarrollo y el rol del Estado en el mismo, o que lea “La peor propuesta de negocios en la historia humana”[1] del economista coreano Ha-Joon Chang.

De hecho, de las tecnologías nucleares, los PWR son quizás las más caras y de mayor riesgo tecnológico en muchos aspectos. Triunfaron sobre otras propuestas nucleoeléctricas porque los EE.UU. pusieron un fangote de guita para el desarrollo de PWRs como propulsión nuclear en buques y submarinos, y fue de esa ingeniería que surgieron las máquinas nucleoeléctricas PWR contemporáneas. Lo que tenés es un entramado productivo-tecnológico (metalurgia, electrónicas y sistemas de control, ingenierías en sus múltiples ramas) que pueden (o no) trabajar sobre un modelo tecnológico específico.

El principal problema de ambas centrales, las PWR y las CANDU, es que son muy caras. A eso se le suma la forma espasmódica que tiene Argentina de trabajar. Estos proyectos estaban pensados para iniciarse en el 2016; estamos en el 2020 y todavía no se empezó nada. Dentro de 2 años no creo que la situación haya variado.

Cuando queramos arrancar el proyecto, todos los cuadros técnicos que estaban en Atucha II ya no servirán. Quedará cuando mucho un 20%, y se van a haber perdido el 80% de los soldadores especializados, los montadores, y los alrededor de 400 ingenieros que en Atucha II recalificaron su título y se volvieron “nucleares”. Estas personas no pudieron hacer el puente entre uno y otro proyecto, ya cambiaron de rumbo, están trabajando en otros temas, tenés que volver a reconstruir esa fuerza laboral. Y eso lleva tiempo y cuesta caro. Si no me creen, pregúntenle al Ing. JL Antúnez, que vivió esto en carne propia y lo contó innumerables veces.

En resumen, para cualquiera de estos proyectos estás hablando de 8 años mínimo de obra, más de 6 mil millones de dólares para cada central, y devolución de capital en corto plazo: 12 años para el repago, luego de los 8 “de gracia”, te generan una bola de nieve, porque el mundo financiero funciona así. Y ni hablemos si la construcción se demora. Eso hace que, dentro del lapso inicial consecuente a la entrada en servicio, los precios de energía sean MUY altos. En forma realista, estamos hablando de casi 160 USD/MWh generado durante esos 12 años, después el costo baja a 50 y pico, y se va acomodando.

Lo que sucede en esos 12 años iniciales (y sin duda después) es que todo el sistema (monetario, energético, industrial) queda muy estresado después de cualquier proyecto tan “mega”. Y por las características de nuestro país, solamente podés encarar uno de esos cada 10 años, o sea que, después de terminarlo, mandás a todos a casa y de nuevo, y en materia de recursos humanos, es vuelta a empezar de cero.

Ese continuo volver a cero es nocivo para el país y para la industria nuclear, por supuesto. La fuerza laboral no gana experiencia como para ganar eficiencia, las industrias no se comprometen a invertir en el largo plazo (porque un proyecto cada 10 años no lo justifica), en fin, se van acumulando pérdidas. Y esto pasará con AMBOS reactores planteados por China (CANDU y PWR). Nada termina de desarrollarse plenamente, no tenés ninguna emancipación ni soberanía energética ni nada cuando una construcción queda a medias porque el país se quedó (costumbre recurrente) sin dólares. El marco general de esta decisión no solo se toma pensando en el presente, o en el pasado, sino principalmente, en el futuro, en el año 2050, como mínimo. ¿Dónde estaremos en el año 2050?

Gustavo Barbarán

Fuente de la Noticia https://agendarweb.com.ar/2020/09/04/argentinos-al-c

Publicado el 03 diciembre, 2020

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